Algoritmos subyacentes y robustez social: Reflexiones navideñas sobre la evolución de principios y su lógica de juego

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Generación de resúmenes en curso

Escribir: Ray Dalio

Traducido: Bruce

¡Feliz Navidad a todos (aunque no seas cristiano)!

Ayer fue la festividad de Navidad. Mientras disfrutaba de tiempo en familia con tres generaciones, no pude evitar reflexionar sobre lo siguiente. Estas reflexiones se centran en: la importancia de los principios como activos centrales, la definición de externalidades positivas y negativas (bien y mal), y cómo la pérdida de capital social (Social Capital) puede llevarnos a «caer en el infierno».

  1. Principios: el activo intangible más fundamental

En mi opinión, el activo más importante en la vida es un conjunto de «principios» excelentes, porque constituyen el algoritmo subyacente (Underlying Algorithms) para la toma de decisiones individual. Los principios moldean nuestra función de utilidad (Utility Function) y su camino de realización. Los principios más fundamentales tienen que ver con nuestra jerarquía de valores, e incluso determinan nuestras preferencias en juegos extremos (es decir, las creencias por las que estamos dispuestos a arriesgar la vida).

Con base en esto, realicé las siguientes auditorías y reflexiones:

¿Cuán compatibles son nuestras normas de conducta actuales con las doctrinas del cristianismo y otras religiones?

¿Contamos con principios contractuales de consenso, o caemos en «juegos de suma cero» por conflictos de principios?

¿Qué principios universales pueden considerarse bienes públicos (Public Goods) compartidos por toda la humanidad?

¿Dónde se encuentran las fuentes (Source) de estos principios?

A medida que la civilización evoluciona, ¿cómo han evolucionado estos principios a través del tiempo (Path Evolution)?

Desde una perspectiva histórica, desde la formación de la sociedad humana, las civilizaciones en distintas regiones han desarrollado sus propios principios y religiones en entornos de supervivencia relativamente cerrados. Aunque los entornos geográficos difieren, las demandas centrales (Demand) de todas las sociedades son altamente similares: necesitan un conjunto de instituciones informales que restrinjan el comportamiento individual para reducir los costos de transacción (Transaction Costs) y lograr la cooperación social. Estas normas están codificadas en «sagradas escrituras». En otras palabras, el origen de la religión fue proporcionar un mecanismo de incentivos para la gobernanza social, guiando el comportamiento individual hacia la óptima colectiva.

La mayoría de las religiones: ya sean con creencias trascendentales o centradas en la ética terrenal como el confucianismo, son contratos híbridos compuestos por:

Guías para la gobernanza social: normas de interacción destinadas a mejorar el bienestar social total;

Suposiciones sobrenaturales (Superstitions): sistemas de creencias que trascienden la lógica empírica.

Estas suposiciones sobrenaturales (como el nacimiento virginal, la resurrección) pueden parecer carentes de respaldo empírico si se interpretan literalmente. Pero si se las ve como metáforas (Metaphors), reflejan su isomorfismo intercultural. En comparación, los principios no sobrenaturales sobre «cooperación social» en las grandes religiones son sorprendentemente similares. Si solo nos fijamos en las formas complejas y olvidamos estos incentivos centrales, las festividades religiosas se convertirán en símbolos de consumo carentes de significado.

Aunque no soy creyente debido a mi falta de fe en fuerzas sobrenaturales (no tiendo a aceptar hipótesis a priori no verificadas con cautela), valoro mucho la sabiduría evolutiva que contienen las religiones. Por ejemplo, «amar al prójimo como a uno mismo» y la «ley del karma» en realidad reflejan en la teoría de juegos la reciprocidad altruista (Reciprocal Altruism).

Desde la perspectiva del diseño de mecanismos (Mechanism Design), cuando los individuos adoptan estrategias de «dar más que recibir» en sus interacciones, se genera un valor añadido (Value-added) muy alto: el costo para quien ayuda suele ser mucho menor que el beneficio marginal para quien recibe. La acumulación de estas externalidades positivas crea relaciones de «ganar-ganar» (non-zero-sum), elevando significativamente la producción y el bienestar social total.

Para mí, la «espiritualidad» (Spirituality) significa que el individuo reconoce que forma parte de un sistema mayor y tiende a buscar la optimización del sistema (System Optimization) en lugar de la optimización local (local optima), es decir, priorizar el bienestar colectivo sobre el egoísmo extremo. Esto no solo es un imperativo moral, sino también una lógica de operación eficiente. Lamentablemente, en la sociedad actual, este consenso sobre el bien y el mal está sufriendo una grave pérdida de confianza (credit erosion).

Por supuesto, no abogo por una paz absoluta. Cuando hay conflictos irreconciliables en cuestiones de supervivencia, la lucha es una restricción externa necesaria. Pero las normas que propongo son: evitar gastar recursos inútilmente en hipótesis sobrenaturales o en trivialidades marginales (Deadweight Loss), y nunca perder de vista la definición fundamental de externalidades positivas y negativas (bien y mal).

  1. La definición de bien y mal y la moralidad del capital humano

¿Pero qué son exactamente el bien y el mal?

En el contexto moderno, a menudo se simplifica erróneamente el «bien y el mal» como la ganancia o pérdida en los intereses personales. Desde la perspectiva económica, «el bien» es aquella conducta que maximiza la utilidad social total (externalidad positiva), y «el mal» es aquella que perjudica el interés general del sistema (externalidad negativa).

La evaluación del carácter es una extensión de esta lógica. Un buen carácter (Good Character) es una disposición psicológica que puede comprometerse y cumplir con la maximización del interés colectivo; un carácter malvado surge de debilidades o desviaciones que dañan el bienestar social.

Estoy convencido de que existe un patrón de comportamiento que puede mejorar la situación tanto de individuos como de la sociedad (Pareto Improvement). Aunque los discursos religiosos difieren, la valoración de cualidades como «valor», «honestidad» y «moderación» es un consenso global, porque son protocolos necesarios para mantener el funcionamiento de sociedades complejas.

  1. La sociedad en «trayectoria descendente»

Creo que estamos en un proceso metafórico de «caer en el infierno». Esto significa que la mayoría de los miembros de la sociedad han perdido los puntos de referencia sobre el bien y el mal, y esta pérdida de consenso tendrá un costo muy alto (Hellacious Price).

Más específicamente, el acuerdo social en nuestro contrato social se está desmoronando. Los principios dominantes actuales se reducen a la maximización del interés propio (Self-interest Maximization): una explotación absoluta del dinero y el poder. Este desplazamiento de valores se refleja en la cultura popular: carecemos de modelos morales con autoridad.

Cuando las conductas malvadas se presentan como atajos hacia el éxito, y los niños crecen en entornos sin un «modelo de incentivos» correcto, las consecuencias son catastróficas. Las drogas, la violencia, el suicidio y la ampliación de la brecha de oportunidades (Opportunities Gap) son síntomas y causas del colapso de los principios sociales.

Irónicamente, en la historia, muchos creyentes han abandonado los principios de cooperación de las doctrinas religiosas por disputas por la interpretación de lo sobrenatural o por intereses personales. Debido a estos comportamientos (Moral Hazard), al abandonar las supersticiones religiosas, también han errado en la eliminación de normas sociales beneficiosas, creando vacíos institucionales.

Resumen

Aunque los avances tecnológicos y la productividad han crecido exponencialmente, creo que la tecnología es solo un apalancamiento: puede amplificar tanto el bienestar como la destrucción. La historia ha demostrado que la innovación técnica no ha eliminado los conflictos.

La buena noticia (The good news) es que, gracias a la potencia de nuestras herramientas tecnológicas actuales, si logramos reconstruir un conjunto saludable de principios de «reciprocidad y beneficio mutuo» (Rulebook), tendremos la capacidad de resolver todas las crisis sistémicas.

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