La consolidación de las clases de riqueza ya no es una tendencia, sino una realidad. La generación del baby boom, aunque representa solo una quinta parte de la población total, controla casi la mitad de la riqueza social. En comparación, la generación millennial, que también representa el 20%, solo posee el 10% de la riqueza. Detrás de estas cifras no solo se refleja la brecha entre ricos y pobres, sino también el bloqueo total de los canales tradicionales de acumulación.

Propiedades, acciones, bonos—estas antiguas claves para hacerse rico, hoy en día se han convertido en un juego exclusivo de los ricos. ¿Los jóvenes comunes quieren seguir el camino de sus predecesores? La barrera ya es ridículamente alta. En esta situación, buscar oportunidades de inversión de alto riesgo y alta rentabilidad no es tanto una apuesta, sino una elección racional forzada. Cuando los caminos tradicionales están completamente bloqueados, la asignación de activos diversificados se convierte en la única vía de ruptura.