La mañana de Navidad se siente diferente cuando le explicas a tus hijos por qué ese lindo oso de peluche de IA no va a suceder este año.

¿La conversación? Incómoda.

Ellos: "¿Pero por qué no? ¡Habla y aprende!"
Yo: "Exactamente. También graba, almacena datos y potencialmente comparte tus conversaciones con quién sabe dónde."

Resulta que explicar la privacidad de datos a un niño de 7 años es más difícil que explicar blockchain a tus padres. Quieren el amigo peludo que recuerda su nombre. Estoy preocupado por el capitalismo de vigilancia envuelto en piel sintética.

Bienvenido a la paternidad en la era de la conexión total, donde cada juguete viene con términos y condiciones que nadie lee.