Colapso económico acelerado

Con el avance hacia 2025, la economía global enfrenta una presión cada vez mayor, y varios indicadores muestran que una crisis potencial está por venir. El déficit comercial prolongado de Estados Unidos, la hegemonía del dólar y el desequilibrio fiscal han creado vulnerabilidades, mientras que la caída del dólar y la intensificación de las tensiones comerciales han agravado aún más estos problemas. Los últimos datos muestran que la tasa de crecimiento del PIB real de Estados Unidos para el segundo trimestre de 2025 se ha revisado al 3.3%, y la tasa de desempleo en julio fue del 4.2%, con una inflación del 2.7%. El índice del dólar (DXY) había caído a 97.98 a finales de agosto, cayendo casi un 10% en el año, lo que indica que los fondos están saliendo de los activos estadounidenses. Políticas arancelarias agresivas, como el impuesto del 50% sobre los productos importados de India en agosto, han intensificado las fricciones comerciales globales.

Esta dinámica económica no es un evento repentino, sino el resultado de una acumulación a largo plazo. La economía global se encuentra en un punto de inflexión, la posición del dólar como moneda de reserva está enfrentando desafíos, las guerras comerciales se están intensificando y el déficit fiscal sigue ampliándose. Según las predicciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento global podría desacelerarse al 2.3% en 2025, lo que refleja el impacto combinado de la incertidumbre política y los riesgos geopolíticos. Los mercados emergentes están acelerando la desdolarización, mientras que las economías desarrolladas luchan bajo una pesada carga de deuda. Este artículo comenzará desde las fallas estructurales del modelo económico estadounidense, analizando gradualmente el impacto de la depreciación del dólar, la naturaleza engañosa de la guerra comercial, la amenaza a la independencia de la Reserva Federal, las comparaciones con la crisis de 2008, la situación vulnerable de Europa, las oportunidades en los mercados emergentes y las estrategias de inversión, para finalmente presentar una conclusión. Al integrar los últimos datos y análisis económicos de 2025, se ofrece una perspectiva integral que ayuda a comprender el profundo significado de esta transformación económica global.

La inestabilidad de la economía global ya se ha hecho evidente en la primera mitad de 2025. La ampliación del déficit comercial, la continua depreciación del dólar y el resurgimiento de la presión inflacionaria, todos presagian riesgos sistémicos potenciales. Según las perspectivas económicas globales del Banco Mundial, se ha revisado a la baja la expectativa de crecimiento para 2025 a un 2.3%, principalmente debido a la desaceleración de las economías desarrolladas y el ajuste de los mercados emergentes. En este contexto, Estados Unidos, como la mayor economía del mundo, tiene políticas que impactan profundamente al mundo. La escalada de la guerra comercial no solo afecta el comercio bilateral, sino que también ha provocado la reestructuración de las cadenas de suministro y el cambio en el patrón de inversión global. Por ejemplo, la implementación de un arancel del 50% sobre India se considera un embargo comercial, lo que podría llevar a una reducción del 70% en las exportaciones de India, lo que a su vez arrastraría el crecimiento global.

Además, los factores geopolíticos amplifican aún más el riesgo. El conflicto entre Rusia y Ucrania y la tensión en el Medio Oriente impulsan la volatilidad de los precios de las materias primas, y el precio del oro ha alcanzado los 3408 dólares por onza en 2025, reflejando la demanda de activos de refugio por parte de los inversores. Los bancos centrales de los mercados emergentes aumentaron en un 15% la compra de oro en 2025, lo que indica que la desconfianza en el sistema del dólar está profundizándose. En general, el panorama económico global de 2025 está lleno de incertidumbres, y este artículo tiene como objetivo revelar las posibles rutas de crisis y explorar estrategias de respuesta a través de un análisis basado en datos.

Camino al acantilado: Defectos estructurales del modelo económico estadounidense

Los desafíos económicos actuales provienen del consumo excesivo de Estados Unidos durante décadas, que se apoya en las inversiones extranjeras en activos denominados en dólares. El déficit comercial continuo de Estados Unidos le permite importar productos no producidos internamente, cuyos pagos dependen de los dólares creados por la Reserva Federal. Este modelo permite a Estados Unidos consumir más allá de su capacidad, con productos de bajo precio y tasas de interés deprimidas subsidiadas por ahorradores globales (especialmente países asiáticos). Esta dinámica de dependencia del estatus de moneda de reserva del dólar se considera insostenible, ya que es esencialmente una relación parasitaria: otras regiones del mundo sacrifican su propio consumo para sostener la prosperidad de Estados Unidos.

Los datos de 2025 destacan estos desequilibrios. En el segundo trimestre, el déficit comercial de EE. UU. alcanzó un máximo histórico, impulsado por cambios en las importaciones provocados por aranceles, y el déficit se redujo a 60.2 mil millones de dólares, pero la tendencia general sigue siendo de expansión. A pesar de que la tasa de crecimiento del PIB del segundo trimestre fue del 3.3%, la previsión anual es de solo 1.7%. La tasa de desempleo en junio fue del 4.1%, y se espera que aumente al 4.8% a principios de 2026, con un crecimiento mensual del empleo en el cuarto trimestre desacelerándose a 25,000. La tasa de inflación en julio fue del 2.7%, reflejando una caída mensual del dólar del 1.83%, lo que provocó un aumento en los costos de importación.

La previsibilidad de esta crisis radica en la insostenibilidad de la financiación de déficits infinitos. Desde la década de 2000, los economistas han advertido sobre los riesgos del sistema de dólares petroleros y la acumulación de deuda de Estados Unidos. La deuda de Estados Unidos alcanzará el 121% del PIB para 2025, por encima del 120% de 2020. Las políticas estadounidenses, incluyendo los aranceles a India y China, han exacerbado la tensión en las relaciones comerciales y acelerado este desmoronamiento. Las proyecciones indican que para mediados de 2026, la tasa de desempleo podría alcanzar el 6%, impulsada por la pérdida de empleo en los sectores público y privado debido a la austeridad fiscal.

La intervención política, como la mayor participación del gobierno en las empresas, ha sido criticada como similar al capitalismo de estado, lo que puede llevar a la ineficiencia y al clientelismo. Esta política se considera anti-mercado libre y puede sentar un precedente peligroso para el futuro. Por ejemplo, en 2025, el gobierno aumentó su participación en ciertos sectores a través de un plan de rescate, lo que contradice los principios del mercado libre y puede provocar distorsiones económicas a largo plazo. Históricamente, intervenciones similares, como la nacionalización en Venezuela, han llevado al colapso económico. La trayectoria actual de Estados Unidos es similar a esto y, si no se corrige, puede amplificar las fallas estructurales.

Además, el patrón de consumo de Estados Unidos depende de un entorno de bajas tasas de interés, pero a medida que la Reserva Federal reduce su balance a 7.2 billones de dólares, el aumento de las tasas de interés incrementará los costos del servicio de la deuda. La tasa de fondos federales se mantendrá entre 4.25-4.5% en 2025, lo que limita la inversión. La raíz del déficit comercial radica en la falta de competitividad, los altos costos laborales y la carga regulatoria que han llevado a la deslocalización de la manufactura. Abordar esto requiere reformas estructurales, como inversiones en educación y mejoras en la infraestructura, pero la política actual se centra más en el proteccionismo, lo que podría ser contraproducente.

Desde una perspectiva global, las deficiencias de Estados Unidos tienen un impacto profundo. Los mercados emergentes están volviendo al consumo interno, y China ha reducido su tenencia de deuda pública estadounidense a 784,3 mil millones de dólares en 2025, lo que acelera el riesgo de retorno del dólar. Si esta tendencia continúa, Estados Unidos enfrentará presión inflacionaria, mientras que otras regiones del mundo podrían beneficiarse de un comercio más equilibrado.

Devaluación del dólar: ¿solución o catalizador de la inflación?

La debilidad del dólar es tanto un síntoma del desequilibrio económico como parte de la solución. La devaluación del dólar podría aumentar la competitividad de las exportaciones estadounidenses y forzar la disciplina fiscal. Sin embargo, un gran retorno de dólares podría provocar una inflación perjudicial en Estados Unidos, al mismo tiempo que beneficia a otros países a través del efecto deflacionario sobre los productos denominados en dólares.

El índice del dólar (DXY) es 97.98, con una caída del 9.65% en lo que va del año, y a finales de agosto el índice nominal amplio es 120.70. El consenso pronostica que la tasa de crecimiento económico de EE. UU. será del 1.4% en 2025, en parte gracias al crecimiento de las exportaciones impulsado por la devaluación. Sin embargo, el riesgo de inflación es significativo. La tenencia de bonos del gobierno de EE. UU. por parte de China cayó a 784.3 mil millones de dólares en febrero de 2025, por debajo de los 760.8 mil millones anteriores, lo que indica una tendencia de venta del dólar. Si esta tendencia se acelera, los dólares que regresen podrían aumentar los precios en EE. UU., y el IPC básico subió al 3.1% en julio.

A nivel global, la debilidad del dólar reduce el precio de los productos cotizados en dólares en otras monedas, lo que podría estimular el consumo en los mercados emergentes. Por ejemplo, el euro se apreciará un 10% frente al dólar en 2025, haciendo que las importaciones europeas sean más baratas. Sin embargo, este beneficio depende de la rapidez de la devaluación. Una caída rápida del dólar podría perturbar el comercio global, con el oro subiendo un 28% frente al dólar, ya que los inversores se vuelven hacia activos refugio.

El efecto de la espada de doble filo de la devaluación es evidente. Beneficia las exportaciones de EE. UU., pero aumenta los costos de importación, con un aumento del 3.5% en los precios de importación en comparación interanual en 2025. Un precedente histórico es la devaluación del dólar en la década de 1970, que llevó el precio del petróleo de 3 dólares a 40 dólares, y esta vez el alcance puede ser mayor. Los bancos centrales de los mercados emergentes han aumentado sus compras de oro en un 15%, lo que refleja una demanda de sustitución del dólar.

Si el dólar sigue devaluándose, la inflación podría convertirse en un riesgo principal. J.P. Morgan prevé que la inflación alcanzará el 2.8% en 2025, lo que exige que la Reserva Federal gestione con precaución. En general, la devaluación del dólar es un paso necesario para el reequilibrio, pero se debe evitar que se descontrole.

Guerra comercial y aranceles: estrategias engañosas

Las medidas de Estados Unidos, como el impuesto del 50% sobre los productos importados de India, tienen como objetivo proteger la industria nacional, pero han provocado medidas de represalia. India y China implementaron aranceles de contramedida, reduciendo el acceso al mercado estadounidense. Estas políticas no han resuelto los problemas fundamentales de competitividad de Estados Unidos, como el alto costo de la mano de obra y la carga regulatoria. Por el contrario, los aranceles aumentaron los costos para los consumidores estadounidenses, ya que la mayoría de los productos objetivo no pueden producirse a precios competitivos en el país.

Los datos de 2025 muestran que los aranceles llevaron a una inflación del 2.7%, con un aumento del 3.5% en los precios de importación en comparación con el año anterior. El déficit comercial se amplió, ya que las exportaciones no pudieron compensar la reducción de las importaciones. La dependencia de los mercados emergentes de la demanda estadounidense ha disminuido, redirigiendo los flujos comerciales, India está promoviendo el consumo interno y China está expandiendo su red de comercio interno en Asia. Este cambio ha debilitado la influencia económica de Estados Unidos y podría acelerar la tendencia de desdolarización del comercio.

El impacto negativo de la guerra arancelaria se hará visible en 2025. Los aranceles del 50% a India se consideran un terremoto, lo que podría llevar a una reducción del 70% en las exportaciones, afectando a decenas de miles de millones en comercio. La previsión de crecimiento económico de India se ha revisado a la baja al 5.8%, lo que a su vez afecta a la cadena de suministro global. China se trasladará al mercado interno en 2025, y el comercio interno en Asia crecerá un 20%.

El proteccionismo no ha logrado mejorar la competitividad. La producción manufacturera de EE.UU. caerá un 2.3% en 2025, similar a la recesión industrial de Alemania. La solución requiere invertir en innovación, no en barreras. La guerra comercial podría llevar a una desaceleración del crecimiento global, el FMI pronostica que el PIB global será del 3.0% en 2025.

La Reserva Federal: la independencia está amenazada

La independencia nominal de la Reserva Federal ha sido criticada por fomentar el gasto excesivo del gobierno. Los recientes intentos de destituir a la gobernadora de la Reserva Federal, Lisa Cook, bajo la acusación de fraude hipotecario, indican un aumento de la intervención política. Aunque el caso de Cook involucra declaraciones de propiedades sospechosas, el contexto más amplio muestra que esto es para influir en la política monetaria, especialmente para promover una reducción de tasas.

La tasa de fondos federales de la Reserva Federal actualmente es del 4.25-4.5%, lo que refleja los esfuerzos para combatir la Inflación, pero la presión política para reducir las tasas podría intensificar el riesgo de inflación. En 2025, el balance de la Reserva Federal aún alcanzará los 6.6 billones de dólares, aunque por debajo del pico de 2022, aún indica una política monetaria laxa. La erosión de la independencia de la Reserva Federal podría llevar a una mayor devaluación del dólar y a una pérdida de confianza global, como lo demuestra el aumento del 15% en las compras de oro por parte de los bancos centrales extranjeros en 2025.

El riesgo de la intervención política radica en socavar la estabilidad de la política monetaria. En 2025, la Reserva Federal enfrenta presiones para reducir su balance, con pérdidas no realizadas que alcanzan los 927.5 mil millones de dólares, lo que limita su capacidad de respuesta. Si se pierde la independencia, la inflación podría salirse de control, similar a la estanflación de la década de 1970.

Comparación de crisis: 2008 y 2025

La crisis financiera de 2008 se originó en el mercado inmobiliario y se alivió a través de rescates gubernamentales. La próxima crisis podría ser más grave, centrada en la deuda soberana y el dólar. A diferencia de 2008, la crisis que involucra la deuda y la moneda de EE. UU. limitará las opciones de rescate. La deuda de EE. UU. en 2025 representará el 121% del PIB, destacando el riesgo. El colapso de la confianza en los bonos del gobierno podría hacer que los rescates sean ineficaces, ya que la emisión adicional de dólares agravaría la Inflación.

Las predicciones indican que la crisis de 2025 podría provocar una caída del mercado de valores del 30-40%, y los mercados de bienes raíces y bonos también se verán afectados. Sin medidas de rescate viables, los quiebras bancarias y la contracción económica podrían superar el impacto de 2008, y debido a la posición de reserva del dólar, el efecto global será aún mayor. J.P. Morgan ha reducido la probabilidad de recesión en EE. UU. para 2025 al 40%, pero el período de subcrecimiento podría continuar.

En comparación con 2008, la crisis de 2025 es más sistémica. En 2008, el enfoque estaba en el sector financiero, mientras que ahora involucra la deuda soberana. La Reserva Federal ha reducido su balance a 6.6 billones de dólares, limitando el espacio para la flexibilización cuantitativa. Las previsiones globales indican que el crecimiento se desacelerará al 2.3% en 2025, y los mercados emergentes podrían ser más resilientes.

La vulnerable situación de Europa

Europa enfrenta sus propios desafíos, pero debido al equilibrio de su cuenta comercial, su exposición es menor que la de Estados Unidos. La deuda de la zona euro representa un promedio del 88.0% del PIB, inferior a la de Estados Unidos, aunque países como Italia (140%) y Grecia (165%) siguen siendo vulnerables. Se espera que el euro se aprecie un 10% frente al dólar en 2025, lo que proporciona un alivio temporal, pero la dependencia energética y el envejecimiento de la población ejercen presión sobre el sistema de bienestar. Se prevé que el déficit fiscal del Reino Unido en 2025 alcance el 5.5% del PIB, lo que ha generado preocupaciones sobre la intervención del Fondo Monetario Internacional, y la producción industrial de Alemania ha disminuido un 2.3% interanual debido a los costos energéticos.

Las soluciones en Europa incluyen la reestructuración fiscal y la diversificación energética. Sin embargo, la resistencia política a las políticas de austeridad y la transición hacia energías verdes complica las reformas. El oro subió un 28% frente al dólar y un 15% frente al euro, lo que indica que los inversores están realizando coberturas en ambas monedas, limitando la capacidad del euro para reemplazar al dólar como moneda de reserva. El FMI prevé que el crecimiento de la zona euro en 2025 sea del 0.9%, reflejando desafíos estructurales.

Mercados emergentes: beneficiarios inesperados

Los mercados emergentes se beneficiarán de la debilidad del dólar y la disminución de la dominancia económica de Estados Unidos. Países como China y la India cuentan con una estructura demográfica más joven y una tasa de ahorro más alta, además de una carga de bienestar más ligera. Los esfuerzos de China por localizar la cadena de suministro y desarrollar alternativas a SWIFT, junto con un crecimiento del comercio interno en Asia del 20% para 2025, le permiten beneficiarse de las interrupciones comerciales de Estados Unidos. El crecimiento del mercado interno de la India, con un pronóstico del PIB del 7% para 2025, aísla aún más los impactos del mercado estadounidense.

Liberarse de la dependencia del dólar permite a estos países consumir más productos de su propia producción, mejorando el nivel de vida. Los bancos centrales de los mercados emergentes aumentarán en un 15% la compra de oro en 2025, reflejando medidas estratégicas de diversificación de reservas que podrían estabilizar su economía en tiempos de debilidad del dólar. En general, la previsión de crecimiento para los mercados emergentes es del 6.2%, superior a la media global.

Estrategias de inversión para enfrentar cambios en el escenario

La transformación económica indica la necesidad de ajustar las estrategias de inversión. Los precios del oro y la plata en agosto de 2025 son de 3408 dólares y 28 dólares por onza, respectivamente, con un aumento del 28% y del 20% durante el año, superando a muchos mercados de valores. Las acciones mineras de oro (como el índice GDX) se dispararon un 80%, reflejando la transición de los inversores hacia activos duros. Estrategias conservadoras orientadas a dividendos, como el Fondo de Dividendos Euro-Pacífico (EPDIX), alcanzaron un rendimiento del 39% en 2025, cuatro veces más que el índice S&P 500.

Se sugiere a los inversores considerar acciones extranjeras en mercados emergentes y materias primas como el oro y la plata para cubrir el riesgo de depreciación del dólar. Los precedentes históricos de la década de 1970, donde el oro subió de 35 dólares a 850 dólares y las monedas extranjeras se apreciaron frente al dólar, indican que oportunidades similares pueden volver a aparecer. Las empresas de inversión ofrecen herramientas relacionadas, enfocándose en metales preciosos de bajo costo y acciones extranjeras orientadas al valor. J.P. Morgan predice que el oro alcanzará los 3675 dólares, enfatizando la tendencia estructural de compra por parte de los bancos centrales.

Conclusión: hacer frente a la tormenta económica

La economía global en 2025 se encuentra en un momento crítico, con Estados Unidos enfrentando una posible crisis provocada por la devaluación del dólar, guerras comerciales y un desequilibrio fiscal. Los datos confirman la presión: el dólar ha caído un 9.65%, la tasa de inflación es del 2.7% y el déficit comercial ha alcanzado niveles récord. Aunque Europa tiene una exposición menor, enfrenta desafíos de deuda y energía, mientras que los mercados emergentes podrían beneficiarse de la disminución de la influencia de Estados Unidos. La independencia de la Reserva Federal se ha visto afectada y las políticas proteccionistas complican aún más el panorama.

Abordar estos desafíos requiere disciplina fiscal, reducir la intervención del gobierno y reevaluar las políticas comerciales. Para los inversores, diversificar inversiones en oro, plata y activos extranjeros puede proporcionar protección frente a la volatilidad. La trayectoria actual, combinada con los datos de 2025, sugiere un período turbulento, pero la preparación estratégica puede mitigar riesgos y aprovechar nuevas oportunidades. La reconfiguración de la economía global definirá la próxima década, los responsables de políticas deben actuar con cautela para evitar un colapso total.

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