• Orientada a objetivos: se centra en el crecimiento y la rentabilidad de los activos a largo plazo, no solo mediante la revalorización del capital, sino también a través de ingresos pasivos como dividendos, intereses o rentas.
• Horizonte temporal largo: los inversores suelen mantener sus activos durante meses, años o incluso más tiempo, aprovechando el poder del tiempo para buscar crecimiento y rentabilidad compuesta.
• Riesgo y rentabilidad: se basa en la diversificación del riesgo y la paciencia, con el objetivo de compensar la volatilidad a corto plazo mediante ganancias sostenidas a largo plazo.
• Método de análisis: se apoya principalmente en el análisis fundamental, que considera los estados financieros de las empresas, las tendencias del sector y las condiciones económicas generales.
• Orientado a las oportunidades: el objetivo es aprovechar las fluctuaciones de precios a corto plazo, obteniendo beneficios al comprar barato y vender caro, o viceversa.
• Horizonte temporal corto: las posiciones pueden mantenerse durante minutos, horas, días o semanas.
• Alta tolerancia al riesgo: implica aceptar la volatilidad frecuente del mercado y, en ocasiones, utilizar apalancamiento o estrategias de corto plazo para aumentar el potencial de beneficio.
• Método de análisis: se basa principalmente en el análisis técnico, utilizando gráficos de precios, indicadores de tendencia, patrones y volumen para anticipar movimientos del mercado.
El trading y la inversión no son excluyentes; pueden combinarse para crear una estrategia de activos más flexible:
• Algunas personas inversoras realizan operaciones a corto plazo además de mantener posiciones a largo plazo, con el fin de aumentar los rendimientos o cubrir riesgos.
• Quienes hacen trading pueden destinar parte de sus fondos a inversiones a largo plazo para estabilizar la volatilidad total de sus activos.
• Para una mejor gestión de fondos, conviene separar los “fondos de inversión” de los “fondos para hacer trading” y aplicar estrategias de control de riesgos diferentes en cada caso.
• Para quienes empiezan, la falta de objetivos y estilo definidos puede hacerles seguir las tendencias del mercado sin una dirección clara.
• Definir tu orientación te ayudará a elegir las herramientas y estrategias adecuadas, así como a gestionar el riesgo con mayor eficacia.
• Comprender la lógica básica del trading y la inversión hace que el aprendizaje posterior (gestión del riesgo, disciplina psicológica, asignación de activos, etc.) resulte más coherente y útil.
La inversión prioriza el valor a largo plazo y el crecimiento compuesto; el trading se enfoca en las fluctuaciones a corto plazo y las oportunidades del mercado. Ninguno es superior al otro: lo esencial es elegir el enfoque que mejor se alinee con tu personalidad y tus objetivos.
