La caída de Cloudflare de ayer fue más que una inconveniencia. Fue un recordatorio más de lo frágil que se ha vuelto nuestro ecosistema de computación centralizada. Seis horas de interrupción, el 20% del tráfico global de internet afectado, fondos de cobertura desconectados de modelos de IA, y lanzamientos de Web3 fallando a mitad de campaña.
En este punto, no es mala suerte sino un patrón recurrente.
AWS, Azure y los principales CDNs han tenido interrupciones que afectaron a las mesas de operaciones, plataformas SaaS, canales de medios, redes logísticas y, básicamente, a todos los sectores de
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