La libertad de expresión dentro de los límites legales importa más de lo que pensamos. La gente necesita sentir de verdad—y experimentar realmente—que puede expresarse abiertamente. Los riesgos aquí van más allá de una sola plataforma.

Existe una conexión real entre cuán confiable se vuelve una plaza pública digital y cuánta riesgo civilizacional enfrentamos. Cuanto más podamos construir una confianza auténtica en los espacios de discurso abierto, mejor navegaremos los desafíos colectivos. No se trata solo de reglas; se trata de si las personas realmente creen que pueden participar sin miedo.