La economía de Estados Unidos ahora se encuentra en una situación incómoda: los gastos por intereses ya superan el gasto militar. ¿Qué significa esto? Antes, la fuerza del país se medía con misiles, ahora está siendo secuestrada por las facturas de intereses, y el ministro de Finanzas probablemente esté pensando en cuándo podrá salir de esta situación.

En este contexto macroeconómico, en 2025 surgieron tres líneas de inversión claramente definidas en el mercado.

Primero, los activos criptográficos. Bitcoin ha declarado su propuesta de valor en medio de la incertidumbre económica: escasez y resistencia a la inflación. Aunque en el último año su comportamiento ha sido volátil, la lógica de que actúa como un refugio contra la inflación no ha cambiado.

En segundo lugar, la infraestructura energética. Aunque este sector no es tan popular como las criptomonedas, la inversión de los países en la transición energética está acelerándose. La modernización de la red eléctrica y la expansión de energías renovables, estas inversiones aparentemente insignificantes en infraestructura, en realidad están preparando la próxima influencia en la política energética.

Lo más destacado es el rendimiento de los metales preciosos. En 2025, el oro subió un 70%, demostrando la resistencia de los activos tradicionales de refugio; la plata incluso se disparó un 140%, soportando tanto la demanda industrial como la de refugio. Al mismo tiempo, la confianza en el dólar se está depreciando relativamente, y el capital está fluyendo hacia activos con mayor valor tangible.

La escala de la deuda ha llegado a un punto en el que no se puede ignorar. En este entorno, parece más racional invertir en una variedad de activos como oro, plata, Bitcoin, en lugar de mantener solo dólares esperando que se resuelva la deuda. Cómo evolucionará el panorama del mercado en 2026 dependerá de quién pueda tomar la iniciativa ahora.