El proyecto de presupuesto recién presentado por la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, ha generado bastante atención: en el próximo año fiscal se emitirán 29.6 billones de yenes en bonos gubernamentales. Convertido a yuanes, serían aproximadamente 1.3 billones, una escala que realmente resulta algo sorprendente.

La verdad es que todos hemos visto el estado de la economía japonesa en estos más de diez años: una deflación que aprieta con fuerza, un consumo que no muestra mejoras y la presión del envejecimiento poblacional. Las estrategias del gobierno son las mismas de siempre, básicamente depender de la inversión pública para estimular la economía. Pero seguir así conlleva riesgos — por un lado, se inyecta dinero sin parar, y por otro, se reza para que no pase nada, como inflar un globo sin parar, siempre hay un momento en que no se puede aguantar más.

Desde la perspectiva del mercado de criptomonedas, este tipo de liberación masiva de liquidez suele generar efectos de desbordamiento. Cuando los bancos centrales y los gobiernos de países desarrollados relajan sus políticas al mismo tiempo, los activos de riesgo suelen recibir atención adicional. La experiencia histórica muestra que los ciclos de flexibilización en Japón a menudo van acompañados de un aumento en la preferencia por el riesgo a nivel global — lo cual, para activos como Bitcoin y Ethereum, trae tanto oportunidades como riesgos de volatilidad.

Lo más importante es ver a dónde termina yendo ese dinero. Si se destina principalmente a infraestructura y sectores productivos, el impacto será relativamente controlado; pero si el flujo comienza a infiltrarse en los mercados financieros, entonces la criptomercado seguramente no podrá escapar de esta ola de impacto.