Mirando atrás en cómo se movió el oro en la primera década después de la aprobación del ETF—de 2004 a 2014—surge una interesante pregunta espejo: ¿qué impulsa realmente el precio de Bitcoin?

El mercado parece estar genuinamente confundido al respecto. ¿BTC sigue a las acciones y al sentimiento de riesgo? ¿Responde a las expectativas de inflación? ¿Podría estar vinculado a la fortaleza del dólar, o quizás a los ciclos del cobre y las materias primas? Nadie parece tener una respuesta definitiva.

El rendimiento de la era ETF del oro ofrece un estudio de caso, pero la matriz de correlación de Bitcoin sigue cambiando. A veces se mueve con las acciones tecnológicas y los activos de riesgo, otras veces diverge por completo. Las fluctuaciones de divisas parecen importar, pero no son predictores consistentes. Incluso las señales macro más amplias—desde datos de inflación hasta políticas de la Fed—muestran una correlación dispersa en el mejor de los casos.

El verdadero enigma es si Bitcoin todavía está encontrando su mecanismo de descubrimiento de precio real, o si realmente opera con un conjunto diferente de variables a los activos tradicionales. Quizá la respuesta honesta sea que los participantes del mercado aún no han llegado a un consenso, y BTC sigue siendo un instrumento de múltiples factores que todavía está siendo valorado por el mercado.