Comprendiendo los ETFs gestionados activamente: una alternativa moderna a los fondos de inversión tradicionales

Desde el debut de los fondos cotizados en bolsa en 1993 con el ETF (SPY) de la serie SPDR S&P 500, el panorama de inversión ha evolucionado significativamente. Mientras que los primeros ETFs seguían exclusivamente un modelo pasivo de seguimiento de índices, la industria financiera experimentó un cambio importante en 2008 cuando entró en el mercado el primer ETF gestionado activamente. Hoy en día, los ETFs gestionados activamente representan un segmento en crecimiento dentro del ecosistema de inversión, combinando la flexibilidad de los ETFs con la intervención estratégica de la gestión profesional de carteras.

La diferencia fundamental: gestión activa vs. gestión pasiva

Para entender los ETFs gestionados activamente, es esencial comprender cómo se diferencian de sus homólogos pasivos. Los ETFs tradicionales basados en índices, como SPY y IVV, operan bajo un principio sencillo: replican la composición de un índice y se reequilibran automáticamente cuando el índice cambia. El papel del gestor de fondos es en gran medida mecánico—asegurar que las participaciones se alineen con la estructura del índice.

Los ETFs gestionados activamente funcionan bajo un supuesto completamente diferente. Los gestores profesionales de carteras ejercen discreción en la selección de acciones, compras de bonos y otras decisiones de inversión para lograr los objetivos declarados del fondo. Considera el ETF JPMorgan Equity Premium Income, actualmente el más grande gestionado activamente, con aproximadamente 33.590 millones de dólares en activos bajo gestión. En lugar de simplemente imitar un índice, este fondo emplea gestores que seleccionan acciones a mano y aplican estrategias de opciones de compra para generar distribuciones mensuales constantes para los accionistas.

Dónde encajan los ETFs gestionados activamente entre las opciones de inversión

Al comparar los ETFs gestionados activamente con los fondos mutuos tradicionales, la trayectoria histórica revela una reversión interesante. Los fondos mutuos surgieron principalmente como vehículos gestionados activamente—a partir de 2022, existían aproximadamente 6.585 fondos mutuos gestionados activamente en comparación con solo 517 pasivos. Los ETFs gestionados activamente, entonces, reconectan con esta herencia de curaduría práctica de carteras.

La ventaja definitoria radica en el acceso al mercado. Los ETFs se negocian durante las horas regulares del mercado, permitiendo a los inversores entrar o salir de posiciones a precios en tiempo real. Los fondos mutuos tradicionales carecen de esta flexibilidad, ya que las operaciones se liquidan solo una vez al día después del cierre del mercado. Esta liquidez intradía representa una diferencia operativa sustancial que atrae a muchos inversores.

Evaluando las fortalezas y limitaciones

Ventajas del modelo ETF gestionado activamente

El argumento a favor de los ETFs gestionados activamente se basa en varios pilares. Estos fondos suelen tener ratios de gastos más bajos que sus equivalentes tradicionales gestionados activamente, reduciendo la fricción en los rendimientos. Los inversores acceden a una selección experta de acciones y decisiones tácticas sin sacrificar la flexibilidad en las operaciones. Cuando los gestores poseen habilidades genuinas en la selección de valores, el potencial de superar el rendimiento de los enfoques de índice está presente. Además, la posibilidad de negociar en cualquier hora del mercado ofrece ventajas que no están disponibles a través de fondos mutuos convencionales.

Desventajas a tener en cuenta

Sin embargo, los ETFs gestionados activamente conllevan compromisos importantes. Las estructuras de tarifas superan a las de las alternativas gestionadas pasivamente, comprimiendo los rendimientos netos. El desafío fundamental persiste: la mayoría de los gestores activos luchan por superar consistentemente los índices de mercado durante períodos prolongados, lo que significa que no se puede garantizar un rendimiento superior. La transparencia de la cartera también puede ser un problema—los inversores solo pueden conocer las participaciones específicas tras las divulgaciones mensuales o trimestrales, a diferencia de los fondos indexados donde las participaciones permanecen completamente transparentes y estáticas.

Tomando una decisión informada

La pregunta central para los inversores potenciales gira en torno a la calidad del gestor. Si confías en que el gestor de tu fondo elegido puede ofrecer sistemáticamente rendimientos superiores a los índices de mercado, un ETF gestionado activamente merece consideración. Sin embargo, esta determinación requiere una diligencia rigurosa. El análisis del rendimiento histórico, la evaluación de la estrategia y la comparación de tarifas informan esta decisión. Dado que la mayoría de los gestores profesionales no logran superar sus índices de referencia de manera constante, seleccionar talento verdaderamente excepcional se convierte en el factor decisivo para determinar si los ETFs gestionados activamente mejoran o empeoran los resultados de tu cartera.

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