Por qué un aumento del 2,8% en la Seguridad Social en 2026 resulta insuficiente para la mayoría de los jubilados

El problema del COLA: números que no cuadran

Los beneficiarios de la Seguridad Social verán un aumento en sus prestaciones del 2,8% a partir de enero de 2026, una cifra que refleja la trayectoria actual de la inflación en el país. En papel, esto suena razonable. En la práctica, queda peligrosamente por debajo de lo que los jubilados realmente necesitan.

Una encuesta reciente a 2.000 jubilados revela la desconexión: más de dos tercios creen que este ajuste por costo de vida (COLA) proporcionará un alivio mínimo frente a sus verdaderos aumentos de gastos. Una categoría surgió como la principal culpable de su presión financiera, y probablemente no sorprenderá a quienes siguen las tendencias en atención médica.

Atención médica: el asesino del presupuesto

Las matemáticas se vuelven dolorosamente claras al examinar a dónde va realmente el dinero de los mayores. Según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales, los hogares con miembros de 65 años o más gastaron aproximadamente $8,000 anualmente en atención médica (incluyendo primas de Medicare y seguros complementarios) en 2023. Esto contrasta marcadamente con el promedio nacional de poco más de $6,000—aproximadamente el 12% de los ingresos del hogar típico de un adulto mayor frente solo al 6% en todos los hogares.

Pero la desigualdad se vuelve más pronunciada cuando se ajusta por la composición del hogar. El hogar estadounidense promedio tiene 2,5 residentes, mientras que los hogares de mayores promedian solo 1,7 personas, con solo 1,4 realmente mayores de 65. En términos per cápita, esto significa que los jubilados individuales gastan bien más de $4,000 al año en atención médica—casi el doble del promedio nacional per cápita de $2,400.

Lo que hace esto particularmente problemático es la trayectoria. Esa cifra anual de $8,000 representa un aumento del 60% respecto a la estimación de 2013 de aproximadamente $5,000, lo que se traduce en un crecimiento anualizado de aproximadamente el 4,8%. Esta tasa supera ampliamente la inflación general, estableciendo una nueva normalidad peligrosa donde los gastos médicos erosionan constantemente el poder adquisitivo más rápido de lo que los COLA pueden reponerlo.

2026: El año en que los costos aceleran

La insuficiencia del aumento del 2,8% se vuelve aguda al considerar lo que se avecina. Se proyecta que las primas de la Parte B de Medicare—que cubren visitas al médico y servicios ambulatorios—aumentarán más del 11% en 2026. Un solo aumento de prima de esa magnitud consumirá una porción notablemente mayor de los cheques mensuales de la Seguridad Social, creando una brecha estructural entre los aumentos de beneficios y los aumentos de costos.

Este salto en la prima no es un caso aislado. Refleja décadas de inflación en atención médica que rutinariamente duplica la tasa de inflación general. Los mayores ya se han acostumbrado a absorber estos aumentos desproporcionados, pero la familiaridad no elimina el dolor.

Algo de alivio en el horizonte—pero es parcial

La situación no es completamente sombría. El límite de gastos de bolsillo de la Parte D de Medicare para medicamentos recetados se ha reducido a $2,100 anuales. Además, la Ley de Reducción de la Inflación de 2022 permite a Medicare negociar precios más bajos en medicamentos, con varios medicamentos críticos—incluidos anticoagulantes y tratamientos para la artritis—volviéndose más asequibles a partir del próximo año.

Se anticipan más reducciones de precios, lo que podría compensar algunos gastos médicos. Sin embargo, esta ayuda sigue siendo limitada. Los copagos por visitas al consultorio continúan aumentando, y el cálculo general sigue siendo desfavorable: las ganancias en costos farmacéuticos están siendo superadas por los aumentos en primas y tarifas de servicios en aumento.

Pasos prácticos para gestionar la inflación en atención médica

Con 58 millones de estadounidenses actualmente recibiendo Seguridad Social, la mayoría seguirá sintiendo la presión de los gastos médicos en aumento. Aunque ninguna acción individual puede revertir completamente esta tendencia, varias estrategias coordinadas pueden ayudar de manera significativa.

Optimizar la cobertura de Medicare: Antes de que cierre la inscripción abierta el 7 de diciembre, evalúa minuciosamente todas las opciones de Medicare, especialmente la cobertura de medicamentos. Si anticipas necesitar atención extensa el próximo año, pagar primas más altas por una cobertura integral puede resultar rentable. Además, Medicare cubre numerosos servicios preventivos sin costo—mamografías, vacunaciones, asesoramiento nutricional y otros—diseñados para detectar problemas temprano y reducir los costos del sistema a largo plazo.

Maximizar los ingresos de jubilación: Quizás el enfoque más sostenible consiste en asegurar ingresos de jubilación suficientes para afrontar futuros aumentos de precios. Aunque agregar más a los ahorros de jubilación puede ser impráctico, optimizar los activos existentes produce resultados. Mover dinero de cuentas de cheques sin intereses a cuentas del mercado monetario de mayor rendimiento; reemplazar acciones con dividendos bajos por alternativas de mayor rendimiento; o reubicar asignaciones de bonos—estos ajustes, aunque modestos individualmente, pueden generar colectivamente cientos o miles de dólares adicionales anualmente.

La clave es realizar un análisis exhaustivo. Revisa todas las opciones, realiza los cálculos y identifica ajustes específicos adaptados a tu situación. Es posible que descubras una flexibilidad de ingresos mucho mayor de lo que inicialmente parecía.

La conclusión

Un COLA del 2,8% es insuficiente precisamente porque trata a todos los jubilados como si fueran iguales a la población en general. Los mayores enfrentan un panorama de costos fundamentalmente diferente, especialmente en lo que respecta a la atención médica. Hasta que las fórmulas de ajuste de beneficios tengan en cuenta esta disparidad estructural, o hasta que la inflación en atención médica se modere para igualar la inflación general, muchos jubilados seguirán experimentando una disminución en su poder adquisitivo real, independientemente de los aumentos nominales del COLA.

El desafío requiere tanto soluciones sistémicas como preparación individual—una combinación de defensa política y optimización financiera personal.

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