El gobernador del Banco de Japón, Kazuo Ueda, ha mostrado recientemente una postura claramente hawkish. Después de subir la tasa de interés al 0.75% la semana pasada (el nivel más alto desde 1995), insinuó además que las próximas decisiones seguirán siendo de aumento de tasas el próximo año. Esto significa que Japón está diciendo adiós oficialmente a esa era de política monetaria ultraexpansiva a largo plazo.

¿Pero por qué están tan decididos? Principalmente por la confluencia de varios factores: los salarios y los precios ya están en una espiral ascendente, el objetivo de inflación del 2% está cada vez más cerca, las tasas reales todavía están en niveles bajos, y además el yen enfrenta presiones de depreciación, por lo que la determinación de endurecer la política es mucho mayor que antes.

El consenso del mercado es que Japón entrará en un ciclo de "subidas de tasas cada seis meses", que podría durar aproximadamente tres años y medio. La persistente alta inflación proporciona respaldo político para seguir subiendo las tasas, y esto también ha impulsado el tipo de cambio del yen. Pero el alcance de este cambio va mucho más allá de Japón: remodelará la dirección de los flujos de capital globales, podría desencadenar liquidaciones de posiciones apalancadas y una gran cantidad de fondos volverán a Japón.

La historia nos dice que cada vez que el Banco de Japón entra en un ciclo de endurecimiento, los mercados de criptomonedas suelen experimentar caídas del 20%-30%. Sin embargo, en este momento, el mercado ya ha digerido muchas expectativas de subida de tasas, y en el corto plazo no se observan presiones de venta demasiado agresivas. Pero los efectos a largo plazo de una reducción gradual de la liquidez global siguen siendo dignos de atención.