En el círculo de blockchain está ocurriendo un cambio, que ha pasado desapercibido para la mayoría.

No se trata de otra oleada de euforia por las memecoins, ni de la enésima leyenda de monedas que se multiplican por cien. Esta vez, los protagonistas no son humanos pulsando “confirmar” en sus monederos, sino máquinas.

Demasiados proyectos proclaman el “IA + blockchain”, pero en realidad solo juntan dos palabras de moda para captar financiación. Pero Kite es diferente. Lo que está haciendo es mucho más práctico: conseguir que el software autónomo trabaje como un miembro fiable del equipo—alquilando servidores, pagando APIs, comprando acceso a datos—todo sin intervención humana.

Parece sencillo, pero piénsalo: cuando el software puede gestionar su propio dinero y tomar decisiones, toda la lógica empresarial cambia. Esto sí es construir infraestructura para la próxima generación de usuarios—esos códigos que nunca duermen.

No es especulación, es construir el camino.