Llevo siete años batallando en el mundo cripto, convirtiendo un capital inicial de 50.000 en 7 millones, pasando por tres ciclos de mercado alcista y bajista. Ahora, al mirar atrás, veo que haber sobrevivido se lo debo a unas cuantas reglas de hierro.

Primero, una lección: he visto a cierto gran inversor llorar borracho tras perder 50 millones en contratos en solo tres días. Aquella noche entendí que sobrevivir es más importante que ganar rápido.

Mi estrategia es muy sencilla: solo elijo monedas que puedan materializarse y tengan consenso, ni me acerco a la basura puramente especulativa. El momento de entrar es aún más crucial; solo entro al final del mercado bajista, cuando el sentimiento es gélido, y entonces espero a que llegue el mercado alcista para recoger beneficios.

Siempre vigilo dos señales para vender en máximos: si la cuota de mercado de Bitcoin cae por debajo del 40%, indica que el capital está huyendo; si la relación de ETH con BTC supera 0,1, suele significar que se avecina una corrección.

Bitcoin es mi activo de referencia. Cuando sube, cambio mis altcoins por BTC; cuando baja, uso BTC para comprar en mínimos, haciendo trading en rango con una estrategia de grid. Mantengo una parte a largo plazo sin tocar y otra para trading cuantitativo a corto plazo; este combo me ha dado buenos resultados.

Al final, la paciencia es el recurso más escaso. Posicionarse en los mínimos, investigar a fondo los proyectos, no perseguir los precios altos, no moverse a lo loco —si sobrevives al invierno, la bonanza del mercado alcista llegará por sí sola. Si tienes la dirección correcta, el esfuerzo cobra sentido.