Mi camino, que comenzó con la caída de los gráficos, pero continúa gracias a mi terquedad.
A veces la vida te lanza esos momentos en los que quieres decir: «No puede ser… ¿justo ahora? ¿Para qué?» Así fue como empezó mi relación con el criptomercado: el día en que todas las velas decidieron ponerse rojas a la vez, como si alguien les hubiera anunciado el fin del mundo... Y yo ahí, mirando y pensando: «Enhorabuena, Anya, has llegado a las cripto justo cuando han decidido caer de rodillas». Podría haberme dado la vuelta, pero no: me quedé. Jeje.))
Y desde ese momento sigo adelante, aunque a veces el mercado parece que huye de mí. Y yo corriendo detrás... Intento ganar algo, pruebo holders y launchpools, recojo céntimo a céntimo, pero igual de rápido el mercado puede reducir mis monedas cuidadosamente acumuladas. Aunque en este caos inusual empecé a notar cosas interesantes. Por ejemplo, cómo los grandes jugadores acumulan activos en silencio justo cuando todos están en pánico. O cómo los altcoins despiertan antes que el bitcoin, como si avisaran: «Eh, aquí empieza algo nuevo». Y otra cosa: el volumen de mercado a veces te dice más que cualquier noticia ruidosa; solo hay que saber escuchar bien.
Y aquí me vienen a la mente las palabras de un analista experimentado que leí por casualidad: «El mercado no cae para asustarte, sino para mostrar quién está preparado para resistir». ¡Sabio! ¡Demasiado sabio para mi gusto! Estas palabras se convirtieron en mi pequeña brújula: la que me recuerda que la caída no es el final, sino parte del camino. El propio criptomercado para mí ya no es solo un montón de cifras. Es un espacio vivo, donde cada día nacen nuevas ideas, donde las blockchains compiten por la velocidad y los desarrolladores intentan construir algo que cambie nuestro mañana. Y cuando leo sobre cómo las stablecoins se convierten en puente entre la gente corriente y las finanzas descentralizadas, o cómo las grandes empresas prueban la tokenización de activos, de repente pienso: «Quizá no estoy aquí por casualidad. Quizá estoy sintiendo bien el momento».
Sí, de momento no tengo muchos tokens, así que los porcentajes tampoco son grandes. Pero cada pequeño detalle, cada uno de mis movimientos, no es solo una cifra. Es mi aprendizaje. Porque veo cómo el mercado responde al sentimiento, cómo las noticias pueden avivar el interés y cómo la calma da oportunidades a quienes acumulan con paciencia. Y justo en esos momentos recuerdo otra frase de un trader que ha pasado por más ciclos que yo he cambiado mi avatar en el móvil: «En el criptomercado no hay malos tiempos, solo tiempos en los que aún no estás lista para rendirte». Y esta idea también se ha convertido para mí en un ejemplo de cómo hay que mantenerse firme, incluso cuando todo se desmorona.
Alguien dice que las cripto son riesgo. Yo creo que son una oportunidad. No una que cae del cielo, sino una por la que hay que luchar. Porque la desesperación y la falta de dinero no son mis amigos. Vine aquí para aprender, trabajar, abrir nuevas puertas, no para cerrar las viejas. Y lo más curioso es que ni los haters, ni los envidiosos, ni mis propios fracasos me han roto. Y siguen ahí, pero eso no significa que me detenga. He entendido que el mercado puede tambalearse, pero eso no es razón para tambalearme yo.
No sé a dónde me llevarán todos estos gráficos y tendencias. Pero sí sé una cosa: no me marchitaré. Floreceré. Porque aunque el mercado una vez se desplomó ante mí, ahora que se levante conmigo. ¡Juntos!
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Mi camino, que comenzó con la caída de los gráficos, pero continúa gracias a mi terquedad.
A veces la vida te lanza esos momentos en los que quieres decir: «No puede ser… ¿justo ahora? ¿Para qué?» Así fue como empezó mi relación con el criptomercado: el día en que todas las velas decidieron ponerse rojas a la vez, como si alguien les hubiera anunciado el fin del mundo... Y yo ahí, mirando y pensando: «Enhorabuena, Anya, has llegado a las cripto justo cuando han decidido caer de rodillas». Podría haberme dado la vuelta, pero no: me quedé. Jeje.))
Y desde ese momento sigo adelante, aunque a veces el mercado parece que huye de mí. Y yo corriendo detrás... Intento ganar algo, pruebo holders y launchpools, recojo céntimo a céntimo, pero igual de rápido el mercado puede reducir mis monedas cuidadosamente acumuladas. Aunque en este caos inusual empecé a notar cosas interesantes. Por ejemplo, cómo los grandes jugadores acumulan activos en silencio justo cuando todos están en pánico. O cómo los altcoins despiertan antes que el bitcoin, como si avisaran: «Eh, aquí empieza algo nuevo». Y otra cosa: el volumen de mercado a veces te dice más que cualquier noticia ruidosa; solo hay que saber escuchar bien.
Y aquí me vienen a la mente las palabras de un analista experimentado que leí por casualidad:
«El mercado no cae para asustarte, sino para mostrar quién está preparado para resistir». ¡Sabio! ¡Demasiado sabio para mi gusto!
Estas palabras se convirtieron en mi pequeña brújula: la que me recuerda que la caída no es el final, sino parte del camino.
El propio criptomercado para mí ya no es solo un montón de cifras. Es un espacio vivo, donde cada día nacen nuevas ideas, donde las blockchains compiten por la velocidad y los desarrolladores intentan construir algo que cambie nuestro mañana. Y cuando leo sobre cómo las stablecoins se convierten en puente entre la gente corriente y las finanzas descentralizadas, o cómo las grandes empresas prueban la tokenización de activos, de repente pienso: «Quizá no estoy aquí por casualidad. Quizá estoy sintiendo bien el momento».
Sí, de momento no tengo muchos tokens, así que los porcentajes tampoco son grandes. Pero cada pequeño detalle, cada uno de mis movimientos, no es solo una cifra. Es mi aprendizaje. Porque veo cómo el mercado responde al sentimiento, cómo las noticias pueden avivar el interés y cómo la calma da oportunidades a quienes acumulan con paciencia. Y justo en esos momentos recuerdo otra frase de un trader que ha pasado por más ciclos que yo he cambiado mi avatar en el móvil:
«En el criptomercado no hay malos tiempos, solo tiempos en los que aún no estás lista para rendirte».
Y esta idea también se ha convertido para mí en un ejemplo de cómo hay que mantenerse firme, incluso cuando todo se desmorona.
Alguien dice que las cripto son riesgo. Yo creo que son una oportunidad. No una que cae del cielo, sino una por la que hay que luchar. Porque la desesperación y la falta de dinero no son mis amigos. Vine aquí para aprender, trabajar, abrir nuevas puertas, no para cerrar las viejas. Y lo más curioso es que ni los haters, ni los envidiosos, ni mis propios fracasos me han roto. Y siguen ahí, pero eso no significa que me detenga. He entendido que el mercado puede tambalearse, pero eso no es razón para tambalearme yo.
No sé a dónde me llevarán todos estos gráficos y tendencias. Pero sí sé una cosa: no me marchitaré. Floreceré. Porque aunque el mercado una vez se desplomó ante mí, ahora que se levante conmigo. ¡Juntos!
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