El río de la historia fluye sin cesar, desde que la dinastía Qin unificó China hasta hoy, han pasado 2245 años. Este tiempo que parece largo, en realidad solo ha visto la madurez del trigo 2245 veces. Al reflexionar sobre ello, nos damos cuenta de que la escala del tiempo no es tan grandiosa como imaginamos.
En 1978, en el momento de la reforma y apertura, solo habían pasado 66 años desde la caída de la dinastía Qing. Si se mide con la esperanza de vida de una persona de 70 años, esta larga historia de 2245 años es solo el comienzo y el final de 32 vidas.
A menudo nos vemos atrapados por conceptos grandiosos, sumergiéndonos en narrativas vacías. Sin embargo, si pudiéramos pensar de manera más pragmática, entenderíamos que lo verdaderamente importante es cómo pasar esta breve vida.
Los versos dejados por los antiguos, como 'La luna brillante de la dinastía Qin y la frontera de la dinastía Han', en realidad nos están recordando que la tierra bajo nuestros pies fue pisada por grandes hombres de la historia. 'La vida pasa de generación en generación sin fin, y la luna del río parece la misma año tras año', nos dice que la luna que contemplamos no es diferente de la que vieron los literatos de la antigüedad.
'La Gran Muralla aún está aquí, pero no se ve al emperador Qin de aquel entonces.' Este verso expresa una profunda verdad: ya sea un imperio que perdura a través de los siglos o la fama y la riqueza, al final se convertirán en polvo en el torrente del tiempo. En lugar de perseguir estos objetivos vacíos, es mejor vivir la vida según nuestros propios deseos, esa es la elección más sabia.
La vida no es más que un ciclo de varias cosechas de trigo. Sin embargo, muchas personas comunes a menudo se sienten atormentadas por la inseguridad. La exageración de los medios y el resplandor del estatus de riqueza nos hacen pensar que las personas exitosas son dotadas de un talento excepcional, inalcanzable. A menudo sobrestimamos sus habilidades, visión y perspectiva, al mismo tiempo que subestimamos nuestro propio potencial.
En realidad, cada persona tiene sus propias características y posibilidades únicas. No deberíamos compararnos excesivamente con los demás, sino centrarnos en nuestro propio crecimiento y progreso. Al reconocer esto, podremos enfrentar la vida con más confianza, persiguiendo el verdadero éxito y la felicidad que nos pertenecen.
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El río de la historia fluye sin cesar, desde que la dinastía Qin unificó China hasta hoy, han pasado 2245 años. Este tiempo que parece largo, en realidad solo ha visto la madurez del trigo 2245 veces. Al reflexionar sobre ello, nos damos cuenta de que la escala del tiempo no es tan grandiosa como imaginamos.
En 1978, en el momento de la reforma y apertura, solo habían pasado 66 años desde la caída de la dinastía Qing. Si se mide con la esperanza de vida de una persona de 70 años, esta larga historia de 2245 años es solo el comienzo y el final de 32 vidas.
A menudo nos vemos atrapados por conceptos grandiosos, sumergiéndonos en narrativas vacías. Sin embargo, si pudiéramos pensar de manera más pragmática, entenderíamos que lo verdaderamente importante es cómo pasar esta breve vida.
Los versos dejados por los antiguos, como 'La luna brillante de la dinastía Qin y la frontera de la dinastía Han', en realidad nos están recordando que la tierra bajo nuestros pies fue pisada por grandes hombres de la historia. 'La vida pasa de generación en generación sin fin, y la luna del río parece la misma año tras año', nos dice que la luna que contemplamos no es diferente de la que vieron los literatos de la antigüedad.
'La Gran Muralla aún está aquí, pero no se ve al emperador Qin de aquel entonces.' Este verso expresa una profunda verdad: ya sea un imperio que perdura a través de los siglos o la fama y la riqueza, al final se convertirán en polvo en el torrente del tiempo. En lugar de perseguir estos objetivos vacíos, es mejor vivir la vida según nuestros propios deseos, esa es la elección más sabia.
La vida no es más que un ciclo de varias cosechas de trigo. Sin embargo, muchas personas comunes a menudo se sienten atormentadas por la inseguridad. La exageración de los medios y el resplandor del estatus de riqueza nos hacen pensar que las personas exitosas son dotadas de un talento excepcional, inalcanzable. A menudo sobrestimamos sus habilidades, visión y perspectiva, al mismo tiempo que subestimamos nuestro propio potencial.
En realidad, cada persona tiene sus propias características y posibilidades únicas. No deberíamos compararnos excesivamente con los demás, sino centrarnos en nuestro propio crecimiento y progreso. Al reconocer esto, podremos enfrentar la vida con más confianza, persiguiendo el verdadero éxito y la felicidad que nos pertenecen.