Si un país está controlado por los traficantes de armas, siempre estará en guerra. Si está controlado por los bancos, la gente siempre estará endeudada. Si está controlado por las compañías farmacéuticas, la gente seguramente estará siempre enferma. Esto no es una teoría de conspiración, es el resultado natural impulsado por intereses. La guerra puede generar dinero, la deuda puede generar dinero, la enfermedad también puede generar dinero; hacer que te sientas débil es un negocio lucrativo. Así que pregúntate a ti mismo, ¿quién se beneficia cuando te sientes impotente? Cuando estás tan cansado que no puedes pensar con claridad, tan ansioso que no te atreves a cuestionar, cuando tomas demasiados medicamentos y pierdes tu resistencia, ¿quién está ganando dinero de eso? ¿No son también esas empresas que lucran con tu dolor las que te ofrecen comida, noticias, publicidad, entretenimiento, etc.? No se trata de una cuestión de izquierda o derecha, se trata de control, de desviar la atención, de adormecer la conciencia y de obediencia silenciosa. Entonces, ¿en quién deberías confiar? Debes basarte en los hechos, creer en la acción, no en la publicidad; debes confiar en los resultados, no en las opiniones, en lo que te hace más fuerte, más agudo, más claro, más saludable y más feliz. Porque muchas de las cosas en la actualidad están construidas no para salvarte, sino para venderte algo.