Piénsalo: 600 millones de personas en África subsahariana viven sin suministro eléctrico fiable. No es un problema de tecnología ni de demanda; la cuestión real es que ampliar la red eléctrica hasta las zonas rurales no resulta rentable.
El modelo clásico de desarrollo lo deja claro: primero se construyen centrales eléctricas centralizadas; luego, se tienden cientos de kilómetros de líneas de transmisión; después, se lleva la electricidad a millones de hogares; se cobran los recibos; y, finalmente, se mantiene el sistema.
Este enfoque funcionó en la electrificación de Estados Unidos en los años treinta, cuando la mano de obra era barata, los materiales estaban subvencionados y el Estado podía expropiar terrenos para líneas eléctricas. Pero intenta alimentar a un agricultor que gana 600 $ al año y vive a cuatro horas de la carretera más cercana: el modelo no aguanta.
Los datos hablan por sí solos:

Las eléctricas, con lógica empresarial, dejan de invertir donde la economía deja de cuadrar, incluso en zonas densamente pobladas.
Esta es la realidad (silenciada) de las últimas cinco décadas en los países en desarrollo. Cuando se anuncia “¡Vamos a ampliar la red!”, suele significar que la expansión no es viable, pero hay que decirlo para mantener la financiación de los donantes.
Mientras tanto, 1 500 millones de personas gastan hasta el 10 % de sus ingresos en combustibles contaminantes como queroseno y diésel. Caminan horas para cargar un móvil, no pueden refrigerar alimentos ni medicinas, los niños no estudian tras la puesta de sol y las mujeres respiran humo equivalente a fumar dos paquetes de cigarrillos al día.
Mientras se discutía sobre subvenciones y megaproyectos solares, el coste de la tecnología solar sufría una revolución silenciosa.

Evolución del precio de los paneles solares:
Los precios han caído un 99,5 % en 45 años—la auténtica “Ley de Moore” solar. Más asombroso aún, la bajada de precio de los sistemas solares domésticos completos.
Evolución de los sistemas solares domésticos:
Las baterías cuestan un 90 % menos, los inversores son asequibles y las bombillas LED son mucho más eficientes. Las fábricas chinas están al máximo nivel y la logística africana ha dado un salto.
Todos estos factores confluyeron entre 2018 y 2020, revolucionando la economía de la solar fuera de la red. Los problemas de hardware ya están resueltos.
Pero aún queda un gran escollo: para quien gana 2 $ al día, pagar 120 $ de golpe es inviable.
Aquí empieza la verdadera transformación.
En 2007, Safaricom lanzó en Kenia M-PESA: plataforma de pagos móviles que permite transferir dinero por SMS.

Parecía condenado al fracaso—¿quién transferiría dinero por móvil?
En 2025, el 70 % de los kenianos usará pagos móviles, no como extra, sino como sustituto de la banca. Kenia es líder mundial en pagos móviles por habitante.
¿Por qué triunfó? Porque resolvía necesidades reales: los kenianos ya enviaban dinero informalmente y M-PESA lo hizo más barato y seguro.
Esto es clave: M-PESA inauguró un canal de pagos con costes de transacción casi cero, haciendo viables los micropagos.
Así se rompieron barreras para nuevos modelos de financiación y nació el “Pay-As-You-Go” (PAYG) solar.
Esta innovación lo cambia todo. La lógica empresarial:
¿La clave? El usuario no compra un sistema de 1 200 $, cambia su gasto semanal de 3–5 $ en queroseno por una suscripción solar diaria de 0,21 $ (1,50 $ semanales, la mitad que el queroseno). Más barato, más luz, carga móviles, alimenta radios y elimina el peligro respiratorio.
¿Mora? Más del 90 % paga puntualmente.
¿Por qué? Porque el sistema aporta valor real cada día. La alternativa es oscuridad y queroseno; nadie lo quiere.
Esta es la innovación clave: hardware barato hace asequible la solar, PAYG la hace accesible y los pagos móviles hacen viable el PAYG.
Veamos qué ocurre al combinar estos tres factores con dos casos prácticos.
Sun King vendió 23 millones de productos solares en 2023, atiende a 40 millones de clientes en 42 países y apunta a 50 millones de unidades para 2026. Ofrece lámparas solares portátiles, kits domésticos para varias habitaciones y cocinas de GLP limpias.
Gama de productos:

Crecimiento compuesto: cada avance refuerza su posición.
Fuera de África, pocos saben que Sun King supera el 50 % de cuota en su nicho. Ya no es una startup: es un actor dominante de infraestructuras.
Como si una startup poseyera la mitad del mercado solar residencial de EE. UU., pero con aún más impacto y potencial, sin competencia de la red tradicional.
Sun King se enfoca en iluminación y electricidad doméstica; SunCulture, en productividad agrícola, con resultados espectaculares.
Retos principales:
Solución SunCulture:
Impacto:
Escala:
No es caridad: es un motor imparable.
Y el dato clave:
Las bombas solares de SunCulture eliminan el diésel, ahorrando 2,9 toneladas de CO2 por bomba al año.
47 000 bombas × 2,9 toneladas = 136 000 toneladas/año; más de 3 millones de toneladas en 7 años.
Y lo crucial: existe demanda para estos créditos de carbono.
Llegan los créditos de carbono. SunCulture es la primera empresa africana de riego solar registrada en Verra, líder mundial en estándares de carbono. Cada tonelada de CO2 reducida se vende a 15–30 $ (créditos agrícolas premium, no compensaciones forestales dudosas).
Mecanismo acelerador:

Mejor aún: hay compradores que anticipan pagos por créditos futuros.
British International Investment y SunCulture han lanzado “financiación de equipos respaldada por carbono”: 6,6 millones $, riesgo de precio cubierto, SunCulture recibe el capital por adelantado y los agricultores adquieren bombas un 25–40 % más baratas.
Así es el nuevo paradigma: las externalidades climáticas se convierten en beneficios. El problema de carbono del Norte financia el acceso a energía en el Sur.
Los créditos de carbono transforman la infraestructura climática en una clase de activo invertible y permiten escalar.
¿Y ahora, qué?
¿Por qué el mercado es tan concentrado? Porque dominar toda la cadena de valor es extremadamente difícil. Se requiere:
La mayoría solo logra 2 o 3 de estos puntos. Los líderes lo hacen todo.
Esto genera enormes barreras de entrada y fosos defensivos. No basta con paneles baratos: la verdadera ventaja es controlar toda la cadena.
Veamos las cifras:
Solo en África; añade los 1 000 millones en Asia sin electricidad y el mercado supera los 300–500 mil millones $.
Pero la oportunidad es mucho más amplia. La solar es el anzuelo: el verdadero negocio es crear relaciones financieras con cientos de millones de usuarios.
Estás construyendo una infraestructura digital que permite:
El mercado real: todo el gasto de 600 millones de personas que entran en la clase media.
Mira el panorama: ¿qué sucede cuando más de 100 millones acceden a electricidad gracias a este modelo?
Esta es la infraestructura del siglo XXI: privada, modular, distribuida, medida digitalmente, monitorizada a distancia, financiada por pago por uso, apoyada en créditos de carbono y desplegada por empresas en mercados competitivos.
Infraestructura del siglo XX:
Infraestructura del siglo XXI:
Así se construye el futuro.
¿Qué puede salir mal?
No es una panacea universal: el modelo PAYG solar es ideal para hogares y pequeños productores, no para fábricas ni industria pesada, y no sustituye por completo la red eléctrica.
Sun King ya fabrica en África y prevé ahorrar 300 millones $ en importaciones en los próximos años.
Importa el riesgo a la baja, pero piensa cómo este modelo puede no solo triunfar, sino multiplicarse.
El precio de los paneles solares ha bajado un 99,5 % en 45 años; y seguirá cayendo.
Situación actual:
¿Qué viene?
Con sistemas de 60 $, el mercado potencial pasa de 600 millones a 2 000 millones de personas. Se trata de electrificar África rural, India, Bangladesh, Pakistán, Sudeste Asiático y Latinoamérica.
Hoy, estas empresas pagan intereses del 12–18 %. ¿Y si las finanzas para el desarrollo dan el paso?
Escenario ideal:
Efectos:
Así despegó la microfinanciación tras el Grameen Bank: después llegó una avalancha de capital barato.
El factor más olvidado: la prueba social a escala masiva.
Círculo de crecimiento:
Datos:
Cuando el 20–30 % de los hogares tiene solar, es el estándar. Ya no eres pionero, sino rezagado. Así se expandieron los móviles en África: llega el punto crítico y la adopción se dispara.
La red que nunca llegó a los pueblos rurales se convierte en historia. Mientras expertos debatían 50 años cómo ampliar la infraestructura del siglo XX, África ya ha construido la del siglo XXI.
Modular, distribuida, digital, financiada por el usuario, apoyada en carbono.
El solar punk no es ciencia ficción. Son 23 millones de sistemas solares, 40 millones de vidas cambiadas y el verdadero rostro de la infraestructura cuando se rompe con el pasado.





