El susto de 4 horas de Lan Zhanfei en Sudáfrica: un secuestro transnacional orquestado por compatriotas, la advertencia de seguridad más dolorosa para los viajes al extranjero



El 9 de diciembre de 2025, la respuesta de Lan Zhanfei, un bloguero de viajes con millones de seguidores, llevó a la cima de las tendencias un caso de secuestro transnacional ocurrido en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. “Abrir los ojos y sentir el cuchillo en el cuello, esa sensación de desesperación no se olvida en la vida”, tras esta sencilla frase se esconden cuatro o cinco horas de amenazas con cuchillo, saqueo de bienes y, lo que es aún más devastador, el robo de información biológica y amenazas de incriminación; y lo más sorprendente es que el cerebro de este delito meticuloso era un compatriota chino. Esta experiencia no solo es una pesadilla personal, sino que también revela muchas preocupaciones sobre la seguridad de los viajes al extranjero.

El inicio del suceso fue una planificación maliciosa de seis meses. La banda de secuestradores, con un ciudadano chino como cabecilla, había fijado su objetivo en la ruta global de Lan Zhanfei medio año antes, sobornando a personal de tierra del aeropuerto para obtener información de vuelos y a empleados del hotel para conseguir la tarjeta de la habitación, tejiendo así una red de caza precisa. Cuando Lan Zhanfei llegó al aeropuerto de Ciudad del Cabo, los secuestradores se disfrazaron de fans para acercarse y hasta prepararon a alguien para hacerse pasar por taxista y capturarlo, pero gracias a la prudencia de Lan Zhanfei, el primer intento fracasó. Sin embargo, el peligro no desapareció. En la noche del 8 de diciembre, el cabecilla entró directamente en su habitación de un hotel de cinco estrellas acompañado de dos hombres armados con cuchillos, usando la tarjeta de la habitación, y el secuestro premeditado comenzó.

Durante las siguientes horas, el terror se fue acumulando. Los secuestradores pidieron de entrada tres millones de yuanes de rescate, obligando a Lan Zhanfei a transferir dinero y solicitar préstamos online, exprimiendo todos sus fondos disponibles. Lo más escalofriante fue que, para evitar que denunciara después, los secuestradores adoptaron medidas extremas: lo desnudaron para tomarle fotos, le forzaron a firmar documentos de deuda, le dieron ropa de mujer para que la manipulara y dejara huellas, recogieron saliva y cabello, e incluso bajo amenazas con cuchillo le obligaron a proporcionar muestras de semen, amenazando con confabularse con policías corruptos locales para fabricar un caso de violación, convirtiendo a la víctima en “criminal”. Hasta las cuatro o cinco de la mañana del día siguiente, tras confirmar que el dinero había llegado, los secuestradores se marcharon, no sin antes advertirle que debía abandonar el país antes de las ocho o, de lo contrario, lo matarían.

Tras escapar, Lan Zhanfei cayó en un miedo aún mayor. La negligencia del personal del hotel le impidió confiar en nadie, tuvo que atrancar la puerta con su cuerpo y permanecer acurrucado en la habitación hasta las siete y media de la mañana, cuando el personal de seguridad de la embajada china local llegó y pudo trasladarse a una casa segura. Según relató, aunque contactó de inmediato con la embajada y denunció a la policía en Sudáfrica, las autoridades locales admitieron que la tasa de resolución de estos casos es inferior al 1%; la denuncia sirve más para prevenir que los secuestradores lo incriminen después, ya que recuperar lo robado o atrapar a los culpables es casi imposible. Ante las sospechas infundadas en internet de que todo fue un montaje o una trampa, Lan Zhanfei respondió con resignación, diciendo que no buscaba compasión, solo pedía que cesaran los rumores: “Un hombre hecho y derecho llorando a gritos en el baño, la presión es realmente insoportable”, mostrando en cada palabra su angustia y temor.

Esta tragedia no es un caso aislado; los problemas de seguridad en Ciudad del Cabo ya eran conocidos. Ya en 2020, se habían reportado múltiples secuestros de ciudadanos chinos en poco tiempo, incluso con víctimas mortales, y el Consulado General de China en Ciudad del Cabo emitió en varias ocasiones alertas de seguridad, pidiendo a la comunidad y turistas que extremaran precauciones. Lo particular de este caso es la profesionalización del delito y la nacionalidad del cabecilla: los secuestradores aprovecharon la transparencia de los itinerarios de personajes públicos para fijar el blanco, rompieron la seguridad hotelera con la complicidad interna, y utilizaron vacíos legales locales para preparar trampas de incriminación, creando una cadena delictiva completa y haciendo que el consejo de “cuidado con los compatriotas en el extranjero” vuelva a doler en lo más profundo.

La experiencia de Lan Zhanfei es una llamada de atención para todos los viajeros al extranjero. Para personas públicas, hacer públicos los itinerarios o los datos de patrimonio equivale a entregar un “mapa de caza” a los delincuentes; incluso los turistas comunes deben mantener siempre la alerta, elegir medios de transporte oficiales y alojamientos con buena seguridad, no revelar itinerarios personales y ser muy cautos ante el entusiasmo de extraños o invitaciones a servicios no oficiales. Más importante aún, antes de viajar al extranjero, es imprescindible conocer los datos de contacto de la embajada o consulado chino correspondiente, priorizar la seguridad personal ante cualquier peligro, contactar inmediatamente con la embajada para solicitar protección consular y conservar pruebas relevantes para defender los derechos posteriormente.

Actualmente, la policía sudafricana sigue revisando cámaras para recabar pruebas y el avance del caso es incierto, pero esas cuatro horas terroríficas ya han superado el simple hecho delictivo. Es una denuncia a la arrogancia del crimen transnacional, una advertencia sobre los límites de la privacidad y nos recuerda: tanto en ciudades bulliciosas como en tierras extranjeras, la seguridad es siempre la línea roja en el camino. Por grande que sea el mundo y por lejos que vayamos, solo reforzando la seguridad podremos proteger cada viaje y garantizar su tranquilidad.
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