Después de tanto tiempo batallando en este mundillo, cada vez entiendo más una cosa: el momento siempre es más crucial que el punto de entrada.

Cuando el precio tiene que subir, no hay quien lo detenga; cuando tiene que bajar, de nada sirve rezar. Los verdaderos ganadores no son los que están todo el día pegados a la pantalla, sino los que se posicionan con antelación y tienen paciencia para esperar la temporada de cosecha.

Recuerdo que mi profesor soltó una frase demoledora que aún tengo grabada en la mente:

“El mercado nunca perjudica a nadie, solo pone en su sitio a los vagos y avariciosos que quieren hacerse ricos sin hacer ni lo más básico.”

Más tarde entendí que la diferencia entre los expertos y los novatos no es más que esto: actuar cuando hay que actuar y callar cuando hay que callar.